El
valor de la verdad
La cultura oficial nos ha
impuesto un discurso hedonista y egocéntrico. Este discurso es antisolidario
porque es individualista y egoísta en extremo. Rechaza el apoyo mutuo y la
solidaridad que nos humaniza. Una sociedad de hiperconsumo y desecho donde
viven y reproducen alegres y esbeltos consumidores ama el éxito a cualquier
precio porque la cultura oficial tiene varios años bombardeándonos con imágenes
y eslóganes que apelan a emociones básicas, autorrealización y confort burgués.
La cultura oficial es
alabada por tecnócratas educados en universidades elitistas, políticos
oportunistas, dictadorzuelos que prometen “Honradez, tecnología y trabajo”,
escritores al servicio de gobiernos corruptos y canallas, estrellas del fútbol
y de la gastronomía.
Es preciso rechazar con
todas nuestras fuerzas esta cultura elitista y falsa. El Jockey Plaza y los malls de moda no son el Perú. La Confiep
y la SNI no son quechuahablantes ni aprecian el aimara. La minka, el ayni y la
autoorganización para ellas son delitos graves. Terrorismo puro y duro nada
poético. Los poetas oficiales y los novelistas de la sociedad del espectáculo
aman el Poder y la fama más que nada. Detestan la autenticidad y el cambio. Son
patrioteros porque, como casi todos, son antichilenos, antiecuatorianos, etc. Rechazan
la razón crítica.
Es preciso repetir con Gabriel
Celaya: “Maldigo la poesía concebida como un lujo / cultural por los neutrales
/ que, lavándose las manos, se desentienden y evaden”.
Es preciso repetir con
Jamiro: “La poesía es un arma y nadie se atreve a disparar”.
Es preciso recitar, junto
con Armando Arteaga: “Para qué una bandera, una patria. / Mi patria es la
poesía, la barricada donde se queman banderas…”.
Es apremiante reivindicar a poetas
que tuvieron huevos como Leoncio Bueno, Allen Ginsberg, Juan Cristóbal, Javier
Heraud, Mariano Melgar, Xavier Abril, Edgardo Tello, Oquendo de Amat, Feliciano
Mejía, Gary Snyder y otros más. Vida y
poesía. Un ethos de coherencia y dignidad contra los funcionarios y plenipotenciarios
del verbo que se vendieron y se siguen vendiendo como meretrices.
Es imprescindible hacer
nuestras las palabras del gran Schiller: “Vive con tu siglo, pero no seas el
juguete de tu siglo; da a tus
contemporáneos, no lo que ellos aplauden, sino lo que necesitan”.
Lima, 5 de agosto de
2016.
Korriente
fluyendo
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