TARDE
ESCORIADA
Hay
un cadáver desasiéndose entre las penumbras oxidadas de las horas y la
hecatombe clueca del corral escandalizado de crímenes horrendos. Todo ese
alboroto dantesco expande mis miedos y siento la extraña soledad caminando y
bifurcándose alfil entre el caos de los auxilios inocentes e intuyo que esas
alas rotas son mías, esos cuellos degollados soy yo, esa sangre coagulada me
salpica más adentro de mis huesos, los agónicos aleteos me producen bradicardia
depresiva. Mi respiración flaquea y
estoy en stop clínico, la culposa tarde desvencijada se desangra con su humo
negro asesino y mi espina dorsal parece hacer recibido la dosis letal de diez
diazepames juntas en un macabro coctel del suicidio. Algo extemporáneo repta en
mí, entre el sucio despeñadero de la tarde, algo sufre de disentería en pleno
epicentro de la nada. Pego un grito sartreano en el mismo cementerio rulfiano,
allí donde se pierden las voces y muere a cada rato la espera. Algo pasa
crepitando entre el hipocondríaco tablón de la tarde, pero, dentro de mí, algo
muere sin que yo mismo sepa qué ni cuándo.
TARDE VENENO
Allí debajo hay un oblongo pozo séptico de
silencios y los miedos son tan míos como los de ella. Me mira con su único ojo
bueno. El olvido se ha quedado trunco y extenuado entre un sinfín de trastes
viejos y apolillados, es una covacha gatuna, en ella yace la pena decapitada,
el segundero desvencijado y el minuto ahorcado del único péndulo huérfano de la
tarde… (Héctor Chumpitaz la recibe, la juega, la lleva, pasa uno, driblea, dos,
tres cuatro, encoje hacia atrás la zurda… dispara desde media cancha, la pelota
surca la efervescencia de la tarde, gooolllllllllllll, la tribuna explota y
goool gol, gol golllllllllllllllll… goollllllll carajo de Perú contra
Argentina, le sacamos la mierdaaaaa a estos ches…)… se oye el resoplido de la
lluvia a lo lejos, se intuyen maullidos curcos y pisadas en el zinc de la
casona del otro lado, (¡… y esta semana se estrenó el sencillo Year of the Cat,
grabado en Abbey Road Studios, Londres, por el ingeniero de sonido y músico
inglés Alan Parsons, ruedaaaaa la músicaaaa: …♫ In the rhythm of the new-born day/You know
sometime you’re bound to leave her/But for now you’re going to stay/, In the
year of the cat …♪…, El año del gato- Al Stewart, suena en sicodélica cámara lenta sobre el cadáver silencioso de la
tarde). Ella me mira con sus ojos vidriosos, la tarde renguea motosa, entre toda
esa maraña de miradas turbias hay un cadáver varicoso que camina lento como dos
mansos bueyes rumbo a lo incierto, estoicos, siguen su camino y no sé si saben
que van al matadero… (¡cuác-cuác!, piopiopiopio ¡gluglú! ¡gluglú! ¡gluglú!
¡gluglú!, el corral es un desorden y hay allí varios crímenes de lesa
naturalia), pero ellos cumplirán su fórmula consabida de ir derechos obedientes
por el camino roto y cojo, la moribunda tarde cicutaria se extravía a
tropezones más arriba de los lapidados peñascos borrascosos. Entre las
inciertas tinieblas acuosas, solo se oye una solitaria mirada tuerta que
tiembla ante el inminente silente crimen ignorado y normal del ocaso.
HIPOCONDRÍACA
TRISTEZA
La
esquiva libertad enlodada, manantial de excesos, es un martirio
clavado en la espalda sucia de la tarde, (ella sigue dormida en la vorágine del
ocaso hambriento, yo: solo hay un soma que muere para que todo vivan). El roñoso olvido engestado, curva
distante en la vida, es un remedo de tristezas al filo muerto de las horas, (yo:
se puede morir y ser enterrado en las fauces de la barbada luna medrosa, ella:
ojalá la lluvia mate mis tristezas).
La
estrambótica valentía sudorosa, salvado de tristezas, es un celeste
robledal de amarguras en medio de la nada (la tarde yace clavada con los
garfios de Longinos y nadie mira el acezo del mediodía). El ordenado caos megalómano,
costumbre de excesos, es un batracio dormido en la desesperanza acuosa (suena el
silencio, muere la vida, mientras los dos parasitamos los últimos rayos del
envejecido sol). La
descuidada belleza ensombrecida, arruga del cieno, es un malabrigo
montaraz sin sortilegio (los últimos minutos de la tarde yacen llagados y pleno
de postemas). El
irredento recuerdo esquivo, polvo del olvido, es un juego de
morfina en el espinazo de la noche, (la tarde es como una víbora arrastrándose
por la selva). La
trajinada historia visceral, mal recuerdo del futuro, es un tropel de
aflicciones somnolientas (el anochecer repta entre mis sueños y yo regreso al
futuro a ver la sepultura de mi cadáver). El
imponente amor rozagante, veneno de a poquitos, es un mazacote
de tinieblas dormidas en el crepúsculo (la noche respira azulejos y anidan en
mis sueños). El
mancillado infierno huero, exacto espacio reflexivo, es un amoratado
cadáver soñando sus desventuras (hay un vómito de segundos sobre las vísceras
del olvido). El desencantado
extravío lóbrego, reencuentro molido, es un palacio de pobrezas oxidadas en un
andurrial (la tarde a malparido y solo se ven fetos desperdigados por toda la
floresta arrugada del bosque moribundo).
Nicolás Hidrogo Navarro (Pítipo-Ferreñafe-Lambayeque-Perú,
1968): Narrador,
docente universitario, gestor cultural, editor. Experto en proyectos de investigación
y de gestoría cultural. Gestor cultural con 32 años de experiencia intensa,
fundador de círculos literarios, editor y creador de revistas universitarias,
agitador cultural. Licenciado en Lengua y Literatura, con estudios concluidos
de Segunda especialidad en Gestión Educativa, Maestría en Investigación y
Docencia, estudios de Diplomado en Literatura Hispanoamericana. Egresado con
honores de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo-Lambayeque- Perú. Fundador
de Conglomerado Cultural Perú, el 2004. Autor de los libros: Debajo del puente (Prosa poética, 2019),
Eros en Fa (Poesía-2018), Escritos experimentales (narrativa, 2017),
Mery Mey: cuando tu secreto silencio se
hace una tarde (poesía, 2017), A
orillas del río (cuentos, 2015), Todo
el fuego literario (crítica literaria, 2015), Sesenta retratos de personajillos baguagrandinos (Cuentos, 2014), Morir en puerto Tamborapa (cuentos, 2011),
A esa hora del día (cuentos, 2004),
Generación de los 90 o generación
plaqueta en Lambayeque (estudio crítico, 2002).
PUERTA
Pelean,
vomitan
defecan,
miccionan
los
ebrios habituales
en
la puerta de la iglesia
no
piden limosna
ni
buscan al señor de las tinieblas
buscan
a su Señor
ebrio
de amor
que
les permite todo.
DÍA NORMAL
De
mañana pronuncio una antífona
así
trato de olvidarme de las noticias
sangrientas
de los periódicos amarillos.
De
tarde corro hacia los kioskos
a
comprar mis revistas preferidas.
De
noche me provoca
una
doble moral… tan calladita.
Ya
de madrugada no quiero ser otro.
¿para
qué el suicidio si creo en lo que hago?
Miguel Ángel
Hernández (Piura, 1976): Poeta, periodista y narrador. Es egresado de la Facultad
de Comunicación de la Universidad de Piura, donde ganó los juegos florales
(mención poesía) en los años 1997 y 2000. En el año 2011, con su poemario Fe ciega obtuvo el primer premio en la
III Bienal de Poesía, organizado por la revista de poesía peruana Estación Compartida. Ha publicado Tras la voraz canícula (2015) y Fides poética (2021). Con su poemario Viaje a las islas hormiga obtuvo una
mención honrosa en el Concurso Nacional de Poesía 2015 de la Asociación Peruano
Japonesa. Sus poemas aparecen en Insana
virtud. Muestra poética reciente de la posmodernidad (2016) y en Ausente ardor de arena y algarrobos (2017).
POEMA II
Más
que la piel que nos asemeja tanto,
no
el aroma que despiden nuestros cuerpos,
ni
mucho menos estas trémulas flores genitales,
(aunque,
a decir verdad, todo esto es también tan/
nuestro),
porque
no ha nacido esto para tornarse tan efímero
como
estas cenizas acumulándose con los años
para
que el viento del olvido las disperse en las
carnales
dimensiones de la muerte;
¡No,
mi amor, no!,
es
el inextinguible fuego de nuestros corazones
el
que nos fundirá dentro de la fervorosa eternidad.
CARAVANA
TRAS LA LLUVIA
III
De pronto en la larga avenida del desierto
las caravanas amontonan su salvaje corazón,
así nos menten la madre seguimos deteniendo
el maldito tráfico,
ahora solo cuenta dar rienda suelta a nuestras
desolaciones y a nuestros cuchillos,
siempre la culpa está del otro lado y nunca en nosotros,
culeando arrojamos páramos y más repugnancias
en nuestras almas,
aunque todo alrededor parezca tan perfecto,
fumando la yerba de nuestros más rebeldes latidos
reflejándonos, pendejos pero cagándonos de miedo
por los vacíos que profundamente nos acumulan
por los fuertes vientos, en los peregrinos espejos de la
existencia.
Ricardo Musse Carrasco (Sullana, 1971): Es abogado y docente. Fue segundo puesto en XIV Concurso Nacional de Educación Horacio (área poesía) y finalista de la XII Bienal de Poesía Premio Copé 2005. Ha publicado los poemarios Cinematografía de una adolescencia (2006), El espíritu giratorio del viento (2006), Eternidad (2008) y Homo (2012).