Yachaq grafiti

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miércoles, 20 de septiembre de 2023

Ricardo Tello Neira. Los días combativos y de la poesía altiva

 

Ricardo Tello Neira

Los días combativos y de la poesía altiva

 

 

Nació el 11 de abril de 1916 en el Callao, aunque sus días de infancia transcurren en la soleada y plácida Piura. En 1940 ingresó a las filas del Partido Aprista Peruano y, debido a su coherencia y dotes innegables de liderazgo, llega a ser secretario de Juventudes. Por aquellos años, sufrió prisión en la tenebrosa y tristemente isla penal El Frontón. Junto con Guillermo Carnero Hoke dirigió la revista Publicaciones de prosa y poesía. Informes humanos, en 1943. Luego de la formación de los Poetas del Pueblo, en la primera mitad de la década del 40, se incorpora entusiastamente. Julio Garrido Malaver, Gustavo Valcárcel, Manuel Scorza, Mario Florián, Antenor Samaniego, entre otros, integran este grupo de poetas apristas, comprometidos con el cambio social y la acción política. Luego de haber fracasado el levantamiento aprista del 3 de octubre de 1948, durante el gobierno del doctor José Luis Bustamante y Rivero, Tello empieza su proceso de cuestionamiento político y doctrinario. Este proceso culmina cuando decide renunciar, con mucho dolor, al PAP, organización por la que padeció los rigores de la cárcel. Después de la fundación del Ejército de Liberación Nacional, organización de la llamada Nueva Izquierda, en 1962, Tello colaboró en su aparato clandestino, realizando “algunas tareas riesgosas” (según Julio Dagnino, uno de los fundadores del ELN). Colaboró con el diario Marka y fue asesor de la Federación de Empleados Bancarios del Perú. Su libro Alma materia apareció, póstumamente, en 2008.

 

 

Los Poetas del Pueblo se nuclearon alrededor de la revista Cuadernos Trimestrales de Poesía, surgida a raíz de los Juegos Florales de la Universidad Nacional de San Marcos, de 1940. En la presentación del primer número (enero de 1941), Eduardo Jibaja escribe lo siguiente: “(…) estas páginas son la voz de una generación, voz sin arrugas ni canas. Estos poetas se han cortado las manos y las rodillas: así no suplican nada ni se humillan ante nadie. Fuertes en su juventud, puros en su interés, dignos en su verdad, rectos en su actitud, saben dónde está el hombre y dónde el poeta. (…) La mayoría poetas florales, tienen un timbre: la angustia, y una raíz: el pueblo. Tal vez se les escuche cuando todos hayan muerto. Habrá que exhumar más huesos. Y mientras tanto, ahora callan porque hablarán después (…)”.

 

 

 

La herrumbre enardecida

 

 

Fuego de colibríes jugando entre las olas

los matices extraños de la tarde.

Y en las playas, del fondo,

sale el vahar humano de los hacinamientos.

La herrumbre enardecida

bajo los techos, rejas y galpones:

Ahí están los prisioneros

                               asidos a su hombría

con su infinito adentro, sus bemoles,

y su hombruna existencia en los riñones.

 

Y mueren los matices de la rosa incendiada

en una exhalación de huesos y almas.

 

 

Y volvió el furioso verano

 

 

Y volvió el furioso verano

                                          sobre la isla.

Y en los acantilados

las olas de nuevo trizan

los inmensos espejos

                                          de las gaviotas.

 

                                          Querida:

la mar brava azota

el corazón de mis caballos

                                            que tú conoces:

los caballos del mar que se encabritan

                                        husmeando el horizonte.

                                             Los caballos y

ese rumor de muerte diluyéndose

                                              contra la vida intensa

…el coro gregoriano de los lobos

                                              marinos en las peñas

y el son de los testículos cantores.

 

 

No es un tiempo liviano

 

No es un tiempo liviano el que camina:

Lentos son los meses y años del prisionero,

Sus sueños de amor solo soñados.

 

Son más largas las horas, los días

y las noches que nos quitan el agua

–la dulzura antes inadvertida del agua–

                                                    a los sedientos.

Los lobos dando tumbos

juegan entre las olas.

Y en los tubos del ser el espinazo:

El espinazo de la sed terrible

que restallante surca sus gargantas.

Las intensas vocales instintivas

crecen en el martirio

y el animal se encrespa

el tiempo casi inmóvil y el espacio:

Los médanos que claman en la noche

y las lenguas de trapo que arden

                                                      en el infierno.

¡Madre, madre!

¡Largo y peludo el rabo de la usura

alimenta el cadáver de los inquisidores!

 

 

La casa de Zapata

 

Un joven sol de octubre camina entre la niebla

llega sobre Surquillo y llama a los balcones

                                                 de una pequeña casa.

 

Delia y los niños que viven esperando.

asoman sus cabezas para saber quién llega.

¡Es el sol, apúrense es el sol!

Con cucharitas recogen la luz de la mañana

para endulzar el té del desayuno.

En un pequeño macetero verde canta un

                                                             geranio alegre

que los niños riegan todos los días

para que crezcan los sueños de su padre.

Y la pequeña Zoya (cinco años tristes

pendientes de la puerta) aprendió a unir

palotes en la plana:

 

              ¡LUIS ZAPATA NO HA MUERTO:

                           QUE VIVA LUIS ZAPATA!


 




V. R. Haya de la Torre y los Poetas del Pueblo. Ricardo Tello, penúltimo a la derecha.


miércoles, 13 de septiembre de 2023

Ingobernables Versos

 

En este rincón del mundo

 

Me quedo absorta en este rincón del mundo

Donde las vidas pasan casi de largo

Historias de todo tipo vienen a visitarme

Y yo aquí

Sentada en la misma banca desde hace 5 años

Las mismas paredes

Baldosas oscuras

El techo alto

Y las luces...

Algunas quemadas

Las mismas ventanas, el mismo paisaje

Historias de paso, eso sí,

Millones de humanos transitan

Y yo aquí

Víctima del letargo a causa de los bancos. Viendo el horizonte como buscando una ruta de escape, evocando recuerdos de cuando la libertad extendía mis brazos y mis suspiros no eran de cansancio.

La fe, la fe empieza a ser un producto empolvado en este laberinto de escaparates...

 

Vanessa Medrano Díaz

 

 

                                      

Anarquía


Mosquitos burgueses sobre mi cráneo paseando en la batalla final. El polvo se abraza sobre mis muslos sangrientos, calaveras de rojo se limpian legañas. Contemplo feliz la libertad, el cuerpo ha muerto sin gobernante ni dueño.

 

Luccia E. Gazlak

 

 

1 de mayo

 

Semáforos desvalidos nos observan

y el tránsito se detiene como un colibrí

banderas negras flamean con ímpetu.

Ni Dios ni Amo

para unos ojos irredentos

que han visto tantas horas enajenadas

y rutinarias

libremente imaginamos

jornadas lejanas como una lluvia de estrellas

huelgas de textiles panaderos

fiesta de la planta y recitales de obreros poetas

jodiendo a la burguesía

rancia como la lepra

y una gran manifestación de proletarios

amenazantes y tiernos

este mayo revoltoso

sin nada que celebrar.

 

Márlet Ríos

 

 

 

Proclama

 

Aunque caigan las tinieblas sobre nuestros ojos cansados de aventurarse en el laberinto de la luz, y aunque la palabra no alcance a nombrar toda la rabia amparada en el silencio, no vamos a callar ante las voces que enmascaran cadenas y fusiles.

 

Quizás, el eco de nuestros gritos en la diáspora vuelva como una bala y nos enseñe el interior de un ataúd.

Sin embargo, prometemos no ser buenos difuntos;

pronto asfixiaremos a la muerte con gritos libertarios y volveremos en los resquicios del viento para abrirle nuevos caminos a la materia.

 

Rotas las tablas de la ley

¡Todo vuelve a ser A G I T A C I Ó N!

 

 

Libertad

 

Cuando la palabra enmudezca ante el dios de los cobardes

Cuando quebrantemos el ritmo de las hormigas que anuncian el verano

Cuando busquemos los edificios derrumbados por el hastío

Cuando la noche ya no sea cómplice de los furtivos encuentros

Cuando multitudes de voces convoquen a asesinar los sueños

Cuando el corrosivo humo ahogue el latido de las entrañas

Cuando las horas vean llegar el abismo disfrazado de altura

                  

¡Vuelve,

           vuelve,

                      vuelve

                                Libertad!

 

En el grito,

en el viento,

en la piedra,

                                                                      

          en nuestro destino de aire.

 

 

Omar Ardila